miércoles, 16 de junio de 2021

La confesión (v1.2) ¡Otra vez!, pero con pequeñas correcciones y, sobre todo, con un cierre de escena.

 

La confesión (1.2)

(Diálogo para escenario: un confesionario de madera oscura y cortinillas moradas con borlas doradas. El cura tiene voz de mediana edad, no se le ve, sólo muestra unos zapatos negros, sucios de tierra, aparece parte de sus pantalones y de la sotana, también negros, pero arratonados. Hay poca luz, un fiel, ya mayor, vestido con Levi’s, sudadera y zapatillas New Balance está arrodillado en un costado, habla hacia las rendijas laterales, mira de reojo como si temiera la aparición de alguien. De vez en cuando cruzan la escena unos pocos feligreses, no tienen parlamentos, sólo miran, ocasionalmente, un puñado de turistas camina en shorts y chancletas, toman fotos con sus móviles y desaparecen).

Feligrés: Padre, he venido a confesarme.

Cura: Hijo, nunca te había visto por aquí, bienvenido.

F: Sí, así es. Padre, presiento mi fin muy cercano, quiero librarme de las culpas que llevo dentro.

C: Bien, bien, hijo, pero dime ¿cómo es que tu fin está cerca?, nunca hay fin, Dios nos espera en todos los mundos, sólo debemos confesar nuestros pecados antes de emprender el viaje.

F: Mire padre, de acuerdo a las últimas estadísticas me quedan sólo cinco meses, cuatro días y medio en este plano existencial.

C: Pero hijo, ¿cómo?, ¿por qué dices eso?

F: Fíjese Padre, la media de vida de los hombres en España en el 2020 fue de 79,7 años, o sean 79 años, 8 meses y cinco días y medio. Si los restamos de mi edad de 79 años 3 meses y un día da exactamente eso: 5 meses, 4 días y medio.

C: Pero hijo, no hay que tomarse las estadísticas tan a pecho, te oigo y te veo muy bien.

F: Efectivamente Padre, me siento bien, y más esperanzado con las últimas predicciones de nuestro gobierno; de hecho, ya sueño con las vacaciones que tomaré en el 2051 luego de haber vuelto a trabajar hasta el 2050.

C: Hijo, hijo, no exageres, Mathusalén hubo sólo uno.

F: Lo sé padre, lo que me aflige es otra cosa, resulta que estoy en un taller de escritura creativa y debo desarrollar un texto sobre mi relación con la escritura y, además, en forma y estilo literario, por eso quiero confesarme.

(Hay una pausa más larga, el cura calcula su próxima intervención, es un planteamiento que nunca había escuchado)

C: Oye, suena raro lo que dices, recuerda, Dios no te va a ayudar a producir el texto, aunque él lo sepa todo.

F: Reconozco su poder, Padre, pero quizá, si me confieso no sería difícil ser absuelto. No quiero abusar de él, pero si me pudiera dar algún consejito…

C: Oye, oye, Dios no está para ayudarte con tus deberes, no trates de aprovecharte.

F: Ya, ya, empezaré con mi confesión. Dios sabe que los jubilados ajedrecistas del Centro Diurno de Acogida me rechazaron, apenas movía fichas y no conocía ninguna apertura, ellos me mandaron a los tableros de damas, tampoco fui aceptado, siempre perdía encandilado por el hecho de comer indiscriminadamente sin pensar en las consecuencias. Probé con las mesas de dominó, apenas sobreviví unas pocas partidas, no recordaba los números que iban saliendo. Entonces me sugirieron que fuera a la Plaza de la Virgen, hay bancos bajo un árbol desde donde podría dar maíz a las palomas. Lo hice, pero fui bautizado con excrementos por los propios pájaros a los que alimentaba. Allí tomé la decisión de buscar algo más seguro, es cuando aparece el Taller de Escritura Creativa, para ahorrar tiempo lo llamaré TEC. Era bajo techo, así estaría a salvo de las palomas.

C: Muy bien hijo, Dios todopoderoso y yo te escuchamos, pero no veo el pecado aún.

F: Padre generoso y Dios bondadoso, lo que pasa es que nunca se me dio eso que llaman literatura y, menos que menos, lo de la escritura creativa. Ni crucigramas hago, me asustan las palabras difíciles. Dios lo sabe, seguro que me perdonará por pretender que podía escribir, quise engañar, es pecado.

C:  Es soberbia, un pecado grave. Dime, entonces, ¿te metiste en ese TEC sólo por escaparte de las cagadas de las palomas? Háblame, seguramente has cometido más pecados.

F: Ay, sí, sí, padre. Dios sabe que fui músico por comodidad, siempre me gustaron los coches, pero me daba vergüenza demostrarlo.

C: ¿Te hiciste músico por comodidad? La pereza es otro pecado capital.

F: Resulta, Padre, que el profesor de fagot vivía enfrente de mi casa, si estudiaba ese instrumento no tenía que ir hasta el instituto que quedaba lejos y debía hacerlo en autobús.

C: Uy, uy, uy, la pereza hijo mío, mala consejera. Sígueme hablando del TEC.

F: En realidad, me gusta mucho más que dar maíz a las palomas, y no corro el riesgo de las cagadas, los compañeros me tratan con cariño, y la coach es espectacular, aunque se ve que detectó mi debilidad, la pereza, y me tiene siempre en la punta de la lanza, me reclama que debo escribir y escribir y escribir, y seguir escribiendo ya que, además, aduce que tengo tiempo y …, tiene razón.

(El cura se aclara la voz, tose un poco, pero lo que hace es tomarse tiempo para pensar una respuesta)

C: Verás hijo, también ella, tu coach, percibe esa grave falta tuya. ¿Qué te llevó a ir al TEC y no a un grupo de apoyo a los que ni fuman, ni beben (mucho) alcohol, ni consumen drogas, ni maldicen cuando Messi o Suárez erran un gol, ni comen demasiada bollería, ni gustan de los chocolates en exceso, ni miran lascivamente mujeres de cualquier calibre, ni beben CocaCola Classic, ni comen carnes rojas, ni llevan vida sedentaria, ni miran telediarios, ni son gordos, ni tienen dudas sobre su orientación sexual, ni adhieren a una política u otra, ni bailan música electrónica, ni son animalistas ni (muy) verdes, ni toman (mucho) sol, ni leen a (todo) Umbral y Delibes, ni escuchan regatón, ni miran pornografía o series en Netflix, ni hacen otras tantas otras cosas que seguramente serían motivo de pecado y entonces podrías desplegar tus arrepentimientos? Sigue contándome tus aflicciones.

F: Padre, casi me hace perder el hilo con tanto palabrerío, sopese mis pecados y ayúdeme a salir de esta encrucijada, el martes debo tener el texto listo mientras que, por otro lado, me acerco inexorablemente al fin, al límite de los tiempos.

C: Mira bien, lo que quieres decir entonces, es que tu falta ante Dios ha consistido en no haber tenido el impulso, esa necesidad de escribir.

F: Padre, usted lo oye y Dios lo sabe, nunca escribí, para qué, después de todo la palabra se me da bien y tiene ventajas, está aquello de que a las palabras se las lleva el viento. Lo escrito queda y no se puede ir cambiando, agregando frases y pensamientos mientras uno va sintiendo la reacción del que escucha. El lector es anónimo e invisible, me aterra, ¿cómo me enmiendo?

C: O sea que temes al lector en lugar de temer a Dios.

F: En realidad, Padre, lo que me pasa es que lo de escribir nunca lo practiqué en mi vida, ni siquiera lo imaginé. Ahora, cercano al fin, y que espero sea tan falso como las estadísticas electorales, siento que no puedo con esta vida. La coach es enormemente generosa y benévola, no quisiera defraudarla, ni me animo a conversármela … vea usted hasta qué grado el TEC ha influido en éstos, mis últimos meses.

C: Hijo mío, me da gusto escuchar tus palabras, presiento que Dios te absolverá. Habla ya si crees que tienes otras confesiones para hacer.

F: Sí, finalmente quiero confesarle que eso que nunca escribía no es totalmente cierto. Vea, es evidente que no hay escritores precoces. Algunas chicas, siempre más inteligentes que los chicos, empezaron sus obras como teenagers, recuerdo a F.Sagan y L.Moore, pero yo pasé esas convulsivas edades de los 20, 30, 40, 50 y aún 60  años sin producir nada. Sí, escribí, y lucré por ello, y de paso confieso otro pecado: escribía cartas y documentos con gran habilidad, obtuve algunas representaciones de firmas transnacionales, todo hecho a pura labia, sin siquiera el más mínimo capital. Culminé con la de los coches Rover-Land Rover.

C: No lo veo como un pecado, hijo, es más bien un trabajo, o quizá, hasta una especie de actuación teatral.

F: Gracias Padre. He pensado mucho, en los 70 logré la calma y la reflexión, me han llevado a predecir la contemplación sabia en los 80, bueno, siempre que le gane a la estadística y pase el promedio. ¿Sabe?, coincido con Borges, él afirmó que todo lo que escribía era autobiográfico, bueno, casi, aun lo fantásticamente ficcionado. Agregaba: en mis relatos soy yo disfrazado y muchas veces también sin disfraz. Escribo de emociones con emoción, eso se lo robé, otra confesión, Padre, hurto. También admiro a Lorrie Moore, contrariamente a Borges, ella sostiene que nunca se está escribiendo una autobiografía, los temas por los que uno está interesado en dejar sobre papel vienen de lo que uno percibe en el inmediato mundo circundante, de las propias experiencias o de las de nuestros amigos. Cada cuento es una biopsia de la vida, de una vida agrego yo. Borges decía que sus personajes eran él mismo, Bárbara Blasco también: yo soy mis personajes. Borges, manifiesta junto a otros autores: yo soy todos los hombres. A veces pienso haber pecado por creerme que podía escribir, pero creo que sólo ha sido otro pecado, el de la arrogancia.

(El cura muestra inquietud, mueve sus piernas y frota los zapatos contra el piso, es que bebió mucho vino y tiene que ir al lavabo, quiere terminar la confesión de una vez)

C: Hijo, hijo, no te martirices tanto. Esos pecados están confesados y pronto Dios todopoderoso te absolverá y así, si se cumple la estadística, podrás verlo cara a cara en unos meses.

F: Padre, le agradezco, pero eso de verle la cara a Dios ya lo experimenté; he tenido la suerte de vivirlo en múltiples ocasiones, olvidé que aquí en España, esa frase no expresa el supremo goce sexual, Dios me absuelva también del pecado de lujuria.

C: Hijo, hablo de otra cosa, de la gracia, de la cara de Dios eterno y todopoderoso, Él te perdonará, no yo, un simple sacerdote. Pues te pondré como primera penitencia que no abandones ese TEC, aunque no se te ocurra nada literario. Quizá te resultaría muy fácil que te obligara a rezar 700 millones de padrerinocerontesnuestros, pero para pecados tan graves como los que has cometido te mando a que te leas Onetti completo, todos le temen a Onetti, quizá aún más que a Dios. Hijo, que Onetti, digo Dios, te bendiga.  

(Las luces bajan de intensidad, el cura deja el confesionario con prisa, le urge ir a orinar, sale de escena, el feligrés se queda arrodillado con la cabeza entre sus manos, se oye un órgano, empieza a sonar el comienzo de “A Whiter Shade of Pale” por Procul Harum, la música continúa y la escena se va oscureciendo gradualmente hasta apagarse por completo. Fin)

 

Valencia, 21 de mayo de 2021.


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