miércoles, 16 de junio de 2021

El General (4.8 - versión final con sugerencias y cambios - a 2 espacios y letra tamaño 12)

 

El general (v. 4.8) 

 

Sábado, 29 de noviembre de 1980, 14:10 - Hace calor, así es al comienzo del verano. Los vecinos están en la acera, miran el microbús del gobierno, ¿será por envidia o por recriminación? Suena el timbre, ¡ya voy, yo abro! Hola, soy Beatriz, monitora del grupo de Andrea Martínez, vinimos a buscarla. Ah, Helena, mucho gusto, su mamá. Ya baja, está de uniforme, lleva ropa para cambiarse y malla de baño. Perfecto, señora Martínez, la niña pasará de maravilla. Muy guapa Beatriz ¿30 años?, ¡qué cuerpo! Yo era así a su edad, pero más redondita, más cola.

Vivimos en una calle sin importancia, tan olvidada que el pasto crece entre los adoquines, los niños la usan de campo de fútbol. Un barrio anodino, una casa igualmente anodina, menos que una casa media, no podemos aspirar a más.

14:13 - Enseguida estoy; mami, ah, has puesto los patines y mi leotardo en la mochila, pregúntale a la monitora si está bien, no quiero líos. Mire, Andrea lleva sus patines, ¿le parece bien? Sí, sí, estupendo, podrá usarlos en el parque. Beatriz parece buena gente, no encaja con lo que dice mi marido de las monitoras. Adiós mami, hasta mañana, ya le di un beso a papi. Uf, ¡qué nervios! Ojalá estuviera Susy.

14:50 - La quinta es divina, ¡qué piscina! Lástima que no estás aquí, Susy, es más impresionante de lo que me contaste. Me gustaría mostrársela a Roberto. Él no es de salir mucho, a veces vamos a las discotecas para chicos, son aburridas, a él le parecen tontas. Bailamos temas lentos, muy juntos, y a mí me encanta. No llegamos a otra cosa, desearíamos ir a más pero no nos animamos, Roberto es tranquilo, ah, si yo fuera como Susy. El profe de literatura, un tipo joven que usa gafas gruesas y chaqueta de tweed, le puso notas bajas. Susy se acercó a su escritorio inclinándose todo lo que pudo, le preguntó el porqué de su calificación. Previamente se había desprendido algunos botones de la blusa del uniforme mostrando sus generosos pechos. El profe no pudo evitar mirar, se turbó, se sonrojó. Sus notas mejoraron.

15:00 – Mamá se entusiasmó con mi visita a la quinta. Para ella, conocer al General en persona es privilegio de pocos. Sueña con la tienda de extranjeros, ganaré bonos para que pueda comprar allí perfume francés, pastillas anticonceptivas y whisky para papá. Se queja de papi porque se pasa criticando al General, así no progresaremos nunca, dice.

Llegamos a nuestro alojamiento en la quinta. Me gustó la inscripción que hay a la entrada, me transmitió tranquilidad:

 “Mujer estudiante: eres la base de nuestra patria, tu fuerza joven y entusiasta nos hará grandes bajo la protección de nuestro General”

 

Estoy ansiosa por conocer al General, vendrá a media tarde. ¿Será tan malvado como dice papá? Salgo a patinar ya, luego nadaré. Hace calor. La piscina es enorme. Han venido muchas niñas, unas hacen deporte, otras pasean. Hay caballos y bicis. A Susy le encanta cabalgar, yo no me animo.

15:30 – Patino por el parque, tiene 40 hectáreas, sus caminos lo atraviesan todo. Hay muchos árboles, estatuas, fuentes con juegos de agua, pequeños lagos. Oigo pájaros cantar. En algunos estanques hay patos, me hacen mucha gracia. Mi papá dice que sería mejor que no me seleccionaran, pero me muero de ganas por conocer el casco de la quinta, parece un castillo, Susy me lo describió minuciosamente. Papi es un exagerado.

16:15 - El General llegará pronto, estamos muy nerviosas. Las monitoras que nos acompañan nos alinean para escuchar el discurso de bienvenida. Las niñas señaladas allí por el general cenarán con él en el casco, serán las elegidas, recibirán privilegios para sus familias, pases para comprar en las tiendas de extranjeros.

16:25 - Llega el General, conduce un Mercedes 500SL rojo fuego, es descapotable, tiene asientos color miel, no hay otro igual. Usa su uniforme de verano, es blanco, inmaculado, encandila, lleva una gorra de punta pronunciada, gafas Rayban Aviator de armazón dorada. Se las saca, nos sonríe, cautiva con la mirada, tiene una boca maravillosa, dientes perfectos, impone su altura. ¡Qué gusto recibirlas en la quinta! dice con sencillez, desea que pasemos muy bien, él también va a divertirse, hará deportes, paseará por el parque. Nos recuerda que es la quinta del pueblo, ese pueblo que todas representamos. Se mueve entre nosotras, da la mano a una y otra niña. Se detiene frente a una chica menuda, le pregunta su nombre, ella se turba, no puede articular palabra. Oigo a Laura que interviene, habla con decisión: es Alba Méndez, cursa segundo. El general agradece a Laura, dice que estamos aquí para pasarla bien. Alba se recupera, está emocionada. Una monitora toma nota, nos dice con voz queda que demos vivas por el General. Nos ponemos a cantar en coro, desordenadamente, sin timidez:

“Un futuro de grandeza está llegando, de la mano de nuestro General, la felicidad y la esperanza vienen ya”. Lo repetimos varias veces.

El General me observa, se acerca, soy la más alta del grupo. Pregunta si es la primera vez que visito el parque, le digo que sí, vuelve a preguntar, ahora por mi deporte favorito, le digo que soy patinadora del equipo nacional juvenil, pide mi nombre, la monitora escribe. Me quedo muy nerviosa. ¡Ah, cuando se lo cuente a mami! Mi papi no estará contento, todo lo que haga o diga el General le cae mal. Yo sé que es un tirano, papá me contó cosas horribles, pero en persona no lo parece. Susy estará encantada, lástima que no fue invitada este fin de semana. Te echo de menos, cómo deseo que estuvieras aquí, conmigo.

16:45 - La playa deslumbra hoy, Andrea, vine con mis papis. Ay, siempre recuerdo tu curiosidad cuando hice el amor con Pedro aquella primera vez. Qué te cambia me preguntaste. Realmente nada, una vez y, listo. ¿Si duele?, sí, un poco, hay sangre, olores mezclados, todo está pegajoso, sientes como repulsión. No volveré con Pedro, lo elegí esa vez porque tenía experiencia. Fíjate, me encantó hacerlo después con Fernando, el de quinto, tan tierno, también con Miguel, el que te gusta a ti. Disfruto cuando me miran los tipos mayores, les clavo los ojos, se quedan aturdidos, atolondrados, me causa risa, no puedo ocultarlo, pero les gusta. Hice lo mismo con el General, no percibí turbación, tampoco incomodidad, sabe controlarse. Pienso mucho en ti, lástima no estar juntas. Te imagino patinando por los jardines, te veo nadando. Pasé cinco fines de semana en la quinta, siempre fui elegida. Jugué pool con el General en el casco, de igual a igual, ¿te imaginas?, ¡Fíjate, yo sola con él! No te cuento más, ja, ja, la pasé muy bien. Uf, cada vez que venimos a la playa sucede lo mismo, hoy es el turno de un veterano panzón, parece que me fuera a comer con su mirada. Tú sabes bien, este jueguito me molesta, pero a la vez me gusta. Lo miraré fijamente, bajará la vista o, probablemente salte iracunda su mujer, ¡qué tontos los hombres! Me daré otro chapuzón, adoro bañarme en la playa. Imagino el agua de la piscina abrazándote como el mar lo hace ahora conmigo, sueño que tú eres este océano. Ojalá pienses en mí con la intensidad que yo pongo cuando lo hago en ti.

17:15 – Ernesto ha estado vagando por la casa sin ton ni son. Le digo, la nena es grande, seguramente sabe mucho más de la vida que nosotros a su edad. Me tiene cansada, repite y repite que es una niña. ¡Claro que es una niña! Susy Gómez también es una niña, tiene 14 años como Andrea, parece una modelo, una artista de cine, bien que te la devoras con la mirada cuando la ves. Para él, es una putita en ciernes; no quiere que Andrea siga el mismo camino, estoy de acuerdo, yo tampoco quiero eso, pero con la actitud de Ernesto nunca vamos a progresar. ¿Cuánto más debemos esperar? Hace 25 años que está haciendo lo mismo, conduce autobuses, no tiene ambición. Si yo no me hubiera conversado al presidente del sindicato estaría barriendo esos autobuses ahora. No intercederé más por él, me tiene harta, siempre en contra de todo. Le serviré un Orgullo Criollo, así se tranquiliza. Le gusta comer, haré un pastel de carne con pasas, aceitunas verdes, cebolla dulce, huevo duro picado, poco ajo y un toque de comino, lástima que no conseguí pimiento rojo, faltan muchas cosas en la tienda del barrio. Entre el aguardiente y el pastel estará menos pesado con lo de la nena.

Mi mujer es obstinada y toma decisiones sin consultarme. Llegó al colmo cuando fue a ver al presidente del sindicato, no lo puedo superar, quiero olvidar, se dijeron cosas de mí, mis compañeros no tocan el tema. Nunca olvidaré la risita socarrona del tipo al otro día; aguanto por mis hijos. No soy como Abel, el padre de Susy, a él nunca le importó nada ni nadie. Denunció a compañeros de toda la vida, arruinó a muchos; así llegó a jefe del banco. Conozco las movidas fraudulentas del presidente de mi sindicato, nunca hablé, yo no delato, soy así. Andrea hace horas que está en la quinta, y eso me pone mal, el General es un hijo de puta, un depravado, su aspecto juvenil y deportivo engaña. Las niñas que lleva al parque lo tientan, pero no es tonto; sabe cuándo hacerlo, oculta sus aventuras con sagacidad. Además, aprovecha para ultrajar a niñas de disidentes, así castiga a sus padres. No es mi caso, soy un don nadie, un trabajador común, sólo un chófer, ojalá eso ayude a Andrea.

La piscina está repleta, hace calor, me puse la malla roja del equipo juvenil. Las niñas dejan de nadar, se detienen en el borde, miran hacia los trampolines. Allí veo al General, su piel está tostada, lleva una malla de baño olímpica azul con tiras blancas a los lados. ¡Qué cuerpo admirable!, tiene 56 años, luce más atlético y desarrollado que muchos de mis compañeros del secundario. Se zambulle desde el trampolín más alto, un clavado perfecto, en pocas brazadas llega al otro extremo, nos alienta a disfrutar del agua. Volvemos a nadar. Noté que me seguía con la mirada, me muero de ganas de contárselo a Susy.

17:45 – Llega la merienda, jugos de frutas, sándwiches, bollería. Charlo con Laura, tiene 15, sigue de uniforme, no hace deportes. Es la mejor del instituto, quizá de todo el secundario. Usa gafas de aro negro, detrás brillan ojos verdes muy bellos, su mirada es intensa, penetrante, inteligente, también pícara, se interesa por todo lo que la rodea. He sido elegida, uf, ya no debo esperar. Capta cómo me siento, sabe que me entusiasma ir al casco, pero tengo miedo, estoy entre eufórica y temerosa, ignoro qué podría pasar en la quinta, mi papá nunca me lo aclaró. Susy me contó bastante, pero no todo, no parecía malo, ella lo encontró muy guay. Somos íntimas, pero no iguales, Susy es impulsiva, abierta, decidida, atrevida, vive a otra velocidad, me gusta que sea así. Un día decidió perder la virginidad y allá fue, sin dudas, sin remordimientos, sin amor, más por curiosidad que por deseo. Eligió a Pedro de sexto, luego no quiso verlo más. Me invitó a hacer lo mismo, no quise, no me insistió. Me contó su experiencia con lujo de detalles, algo le dije a mamá. Yo no tengo prisa, sé esperar.

Helena me sirvió Orgullo Criollo, es asqueroso, pero al segundo vaso empieza a saber mejor. ¡Cómo no voy a estar nervioso en esta espera! Tengo miedo, ¿y si Andrea habla allí de ciertos temas? Ojalá zafe y quede en el grupo de las que no van al casco. Ernesto divaga, ¡qué sería de nosotros si trascendiera lo que opina del General! Lo llama depravado por llevar niñas a la quinta presidencial; no es así, le gusta la juventud, está haciendo felices a las próximas generaciones. Además, no somos quiénes para juzgarlo, no es nuestro problema, para eso están los curas. Ernesto, no, basta, ¿qué buscas?, fíjate, toda la gente se ha ido adaptando. A ver si te bebes tu Orgullo Criollo, cálmate, la nena sabrá defenderse, es mayorcita, yo le expliqué todo. Tú dramatizas, Ernesto, te repito, Andrea no es tan niña, bueno, sí, Helena, pero no puedo dejar de verla jugando con muñecas, no han pasado muchos años. Esta situación podría causarle un trauma para toda la vida. ¿Habrase visto?, se atreve a hablarme de trauma, a mí. Trauma tengo yo, sus exabruptos con el sindicato me han perjudicado, tengo un trabajo de mierda limpiando la clínica, no me dejan progresar. Me veo muy bien, el espejo no miente, los siete centímetros que le corté a la falda fueron una buena idea, con 42 años tengo mejores piernas que muchas chicas de veinte. La camiseta con cuello pronunciado y bien ajustada complementa mi figura, los hombres se dan vuelta cuando camino por la calle, las mujeres también, me gusta que me miren, me faltan las cremas faciales importadas que hay en las tiendas de extranjeros, ¿no te das cuenta, Ernesto? A ver si de vez en cuando te fijas en mí como cuando se te cae la baba con Susy.

18:45 – Helena debería recordar a Rosy Quinteiro, la de Altos del Libertador. La llevaban a la quinta casi todos los fines de semana, parecía la favorita del general. Luego le regalaron un viaje de tres días a Uruguay, fue como delegada a un congreso de estudiantes. La acompañaron dos monitoras. Se rumorea que allá le practicaron un aborto; es fácil y muy discreto. Así actúa el general, no son novelitas rosas. ¿Cómo se sentirá esa chica hoy?, tiene sólo 16 años. El padre recibió autorización para comprar un Skoda 120L a precio de dólar oficial, nunca dijo nada. La niña ya no va a la quinta, no se habla más del hecho.

19:00 – Ernesto se llena la boca con la palabra dignidad, dice que no se apeará de sus principios. Ahí está, siempre esperando, ¿qué?, más bien sueña. Sueña, que caerá el general y la democracia volverá, palabras para aplausos. Mira la realidad, Ernesto, cuando eso llegue seremos viejos. Debemos vivir el presente, comer todos los días, vestirnos decentemente, quiero estar bien y tiene que ser ahora. Bebes Orgullo Criollo porque no tienes otra opción, yo me debo contentar con Fragancia de Olas, pero Amalia alterna entre Chanel Nº5 y First, mientras Abel paladea Johnny Walker. Le pedí el First cuando fui a hablar con el del sindicato, surtió efecto.

19:30 – Ya pasó suficiente tiempo, puse el horno a 180º, tengo que sacar el pastel de carne. Le agregaré queso rallado grueso para gratinarlo, lo subiré a 210º. Ernesto se queja mucho, se pone triste y melancólico, pero el apetito no se le va. Bebo Orgullo Criollo, un asco, pienso en Abel con su Johnny Walker; no me importa si puedo mantener la dignidad. Abel es un miserable, se aprovecha de Susy, le salió atractiva, es un bombón, lo reconozco, pero sacar beneficio de ella es inmoral. Helena no entiende, la vida no es un perfume, tampoco un whisky; lo venimos hablando hace años, sigo firme, la libertad no se negocia. Helena pretende lujos innecesarios, no era así cuando nos casamos. Es atractiva, me excita siempre, y aún más cuando discrepamos. Esta basura de Orgullo Criollo empieza a caerme mejor, tendremos una larga espera hasta que la nena vuelva, Helena, escucha, ¿qué te parece si en lugar de discutir nos ponemos cariñosos? Me pregunto cómo se sentirá Andrea ahora mismo, ¿será elegida? ¿Recordará a su madre y sus manías de lujos superfluos o los principios que yo le he inculcado? No sé cómo le preocupa tanto Andrea, no sabe lo que es ser mujer. Ser mujer es sufrir como yo por aguantar sus desplantes, siempre hablando y hablando de libertad y democracia. No digo que no estaría bien lograrlas, pero la realidad es lo que es. La democracia que yo quiero es tener un Lada como el de Abel; conseguir perfumes Chanel, productos de belleza Orlane, Maybelline, Shiseido, Lancôme, Dior, lencería Victoria’s Secret, gafas RayBan, lo vi en el catálogo de las tiendas de extranjeros que me prestó Amalia. Eso sería democracia y libertad para mí, cosas tangibles.  

20:40 - Llegamos a la puerta del casco, estoy junto a Alba y Laura. Hay tres niñas más, son de otros institutos. Somos de las elegidas. No creo que el general sea como dice mi papá, no hay más que verlo, tan apuesto, tan atractivo, un gran deportista también. Beatriz nos acompaña. No quisiera que me sucediera nada raro, no soy arriesgada como Susy, ¿qué estarás haciendo ahora?, si pudiera verte.

20:45 – No dejo de pensar en ti, Susy, cómo te echo de menos. Me contaste que estuviste en el cuarto de juegos sola junto al General, sin las monitoras, jugaste al pool. Tú eres tú, Susy, nunca me quisiste hablar de lo que pasó después de las partidas de pool, me lo debes. El cuarto del General, dijiste, tiene una estufa de leña enorme, parece de un castillo francés, la mantienen encendida aún en verano, ponen el aire acondicionado al máximo. En el piso hay pieles de osos blancos y otros animales salvajes, caminaste descalza sobre esas pieles, era como estar en las nubes. Probamos de repetir la sensación, me saqué las zapatillas, hiciste que pisara un gorro de piel de corderito. Yo quiero experimentar eso, caminar sobre pieles bien peludas.

21:00 – ¡Cómo come, no afloja, sabía que le gustaría! Puse todo el pastel en la mesa, era para la familia, somos cinco, ahora sólo queda la mitad. Casi no hablamos, echo de menos a los chicos en la cena, los varones están en la pre-militar. Ernesto y yo adorábamos la libertad, nos sentíamos mejores personas en la vieja democracia, pero, Ernesto, ¡fíjate!, los tiempos cambian, debemos amoldarnos. Recuerda a los Gutiérrez, hablaron públicamente de libertad, democracia, derechos, criticaron el gobierno, querían cambio. La Secretaría de Estrategia del Pensamiento Nacional los hizo echar del sindicato, no pueden conseguir trabajos estables, viven de changas, ella cuida niños, él hace reparaciones domésticas, ¡y es ingeniero! Mi mujer no entiende, yo quiero que la nena piense, en el instituto no le enseñan eso. Helena cocina como los dioses; el pastel está de rechupete. Andrea debe estar cenando ahora. Presiento lo peor, pobrecita, no es como Susy, ella es diferente, raro que sean tan íntimas. Susy explota sus formas, se viste provocativa, se muestra sensual. Mi mujer me contó que tuvo varias experiencias íntimas ya, pero Andrea le confesó que no la siguió cuando la invitó a dejar la virginidad. Ya terminé la cena, no sé qué hacer ahora, no tengo ganas de ver televisión, no tengo sueño, no podré ir a dormir tan temprano, no logro concentrarme, sólo veo la imagen del General abusando de mi hija. Menos mal, el Orgullo Criollo me sigue acompañando.

22:30 - Estamos muy felices en la cena, probamos cosas raras, exquisitas, trajeron langostinos. Nos divertimos sacándoles las patas y la cabeza. Me encantaron. Charlamos entre todas, también con el General, lo conocimos de cerca. Nos trata afablemente, me pregunto cuándo aparecerá el depravado del que habla mi padre. De postre nos sirvieron copas heladas con frutas, nata y chocolate. El general bebió café.

22:40 - Laura es desenvuelta, atrevida, se le ocurren cosas divertidas, inventa travesuras, correrías inimaginables, luego las disimula, es muy inteligente. Nos llevan al cuarto de juegos, es más impresionante de lo que Susy me contó. ¿Qué estará haciendo ahora?, ¿estará con alguna amiga o, más probable, con algún chico? El General ya entró al salón de juegos. Las otras chicas van hacia las máquinas de pinball que él venera tanto. Me quedo al lado de Laura junto a la barra, hay muchas botellas, me muestra las de vodka Absolut. Las niñas juegan con las pinballs, es un escándalo de campanillas, zumbidos, golpes, arpegios, timbres, sirenas, son sonidos maravillosos. Laura hace un movimiento rápido, disimulado, toma una botella abierta de Absolut, completa su vaso de FelizNaranja y también el mío. Subrepticiamente vuelve la botella al lugar, nos acercamos al grupo. La FelizNaranja es más rica así.

22:45 – Nos reímos mucho, nuestras compañeras también, nos sentimos estupendamente bien, no conocemos el porqué. A Beatriz le llama la atención, me pregunta si está todo bien, la algarabía de las elegidas con las pinballs contagia, le digo. Nuestros vasos de FelizNaranja están casi vacíos. Laura sabe por sus padres, ambos profesores, que el vodka no deja aliento como otras bebidas alcohólicas, no nos pillarán. Le digo de acercarnos a las pinballs, quiero jugar. Las otras chicas se han marchado, fueron a mirar una película, Goldfinger, está prohibida en los cines.  Ni ella ni yo deseamos verla. Nos encaminamos a las maquinitas. Laura se tienta, busca más vodka. Vierte medio vaso en el de cada una, le agregamos FelizNaranja, no se notará la falta de color. Al rato aparece el General, le decimos que vamos a mover esos flippers con furia. Al general le parece bien, nos sonríe, avisa a Beatriz, disfrutará de las pinballs junto a nosotras.

No sé qué me pasa, río a más no poder, no puedo parar, tiemblo al mismo tiempo. Cada una pulsa uno de los flippers de la misma máquina, la desincronización es total. Nos causa aún más risas. Las campanillas del pinball suenan dentro de mi cabeza, producen colores maravillosos, tienen sabor a naranja. Los monos pintados del tablero comienzan a moverse y bailan conmigo, las esferas metálicas se vuelven planetas, todo está muy claro y muy confuso simultáneamente. Veo ahora a Susy, qué raro, diría que está con el uniforme de Laura. Estoy girando en un tiovivo acelerado, la habitación se invierte, el piso es el techo, me mareo, los sonidos se amplifican, veo luces intermitentes dentro de un arco iris resplandeciente. Me he echado sobre las pieles frente a la estufa. Susy, ¿sabes?, estoy totalmente desnuda, tú también ahora, me revuelco en ellas abrazándote, rodando juntas, ¡qué experiencia tan fenomenal es estar así, sintiendo mi piel acariciada por los pelos que cubrían al oso, es indescriptible! Veo al General encima de mí, tengo miedo, mucho miedo. ¡Ay, Susy! ayúdame, te necesito. Ya me lo había dicho mi papá, es un depravado, ¿qué me va a hacer? No se la llevará fácil, sé reaccionar. Soy la mujer maravilla, le arrebato su espada ceremonial, tendrá su merecido.

23:30 – Uf, Ernesto se pasa dando vueltas en la cama, el Orgullo Criollo no surtió efecto. No puede dormir porque la nena está en la quinta con el General. ¿Te das cuenta?, mucho miedo por Andrea, pero bien que te comes a Susy con la mirada cuando viene a casa. Sé que no haría nada, él es así, en eso y en todo, palabras ampulosas, poca acción, nunca saldrá adelante. Andrea tiene la gran oportunidad de su vida, va a estar cerca del General, ¿no es maravilloso?, espero que la haya visto patinar, es buena, para eso puse los patines en la mochila.

Domingo, 30 de noviembre de 1980, 00:30 – Fíjate en lo de Susy, es una alumna que no se destaca, es una más, sin embargo, obtiene notas aceptables, de acuerdo, es despierta, pero, ¿por qué te crees que sale adelante?, sus padres han ido progresando también. Abel disfruta tranquilo el Johnny Walker, ve que a Susy le va suficientemente bien. Ha estado en la quinta en cinco oportunidades, sus padres están radiantes, aprovechan las ventajas que ella ha obtenido. Abel afirma que pronto podrá acceder a un Niva 4x4 para ir a cazar al campo. Nosotros ni un Lada 2101 podemos tener. Ernesto, tú en cambio te sientes fatal, estás incómodo, preocupado, bebes con ansiedad el Orgullo Criollo, no soportas la espera, inventas tu propia incertidumbre.

12:30 - ¿Dónde estoy? Ay, ay, se me parte la cabeza. Llamo a papá repetidamente, le quiero contar, va a estar orgulloso de mí, no responde. Veo el rostro de Beatriz, se inclina hacia mí, me pone un paño helado en la frente. No entiendo por qué está aquí. Oigo a Laura decir riendo: ¡qué viaje nos mandamos! Está muy cerca, no la veo, no puedo incorporarme. Me siento mal, muy mal, tengo el estómago deshecho, mi cabeza está aún peor, quiere explotar, ¿me habrán herido? Poco a poco reconozco el lugar, estoy en el dormitorio del pabellón de chicas en la quinta. No logro entender, ¿aquello pastoso y maloliente como un vómito no eran las vísceras del General cuando lo acuchillé hasta la muerte? Logro volcar la cabeza, veo a Laura en otra cama. Beatriz sigue a mi lado, dice: ¿qué tomaron?, se ve que no fue poco. El General las encontró junto a las pinballs, estaban tumbadas en el piso, desmayadas de borrachas. Tú, Andrea, además, te vomitaste encima. Me pidió que las atendiera. Te bañé y cambié de ropa. Laura y tú han dormido 12 horas seguidas, quién sabe qué locuras soñaron.

18:00 – Mira, ya vuelve Andrea. Qué raro, está con ropa de patinaje. Qué cara horrible, tan pálida, ¿qué le hicieron a mi nena? No, no lo puedo creer, te lo dije Helena, podía pasar cualquier cosa. Está hecha un desastre, seguro que el General se propasó ¡Qué pesado, Ernesto!, siempre eres el mismo aprensivo, quizá sea algo que comió. Mami y papi, perdón, por favor, no sabía que el vodka podía caerme tan mal, prometo no beber nunca más. Ojalá no me sancionen, tampoco a Laura. Me acordé de ti, mami, no nos dieron los pases, lo lamento. Pobrecita, mi negrita divina, no te preocupes, Beatriz trajo un sobre con tu bono, y agregó, a pesar de todo. ¿Qué hicieron allá?, no pudieron dárselos en la quinta, se durmieron toda la mañana. Estoy excitadísima, mañana iré a comprar First, verás qué perfume, también Johnny Walker o Ballantines para tu padre, se preocupó tanto el pobre, casi no durmió. Te traeré gafas de natación Speedo, te las mereces. Llamó tu Roberto a casa de la vecina, quería saber cómo estabas. Uf, está bien, está bien, gracias, mami, tranquila, ya me verá mañana en el instituto.

Lo que deseo es estar con Susy, tiene que ser ahora, quiero contarle todo ya mismo, ¡cómo la eché de menos!

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