martes, 16 de febrero de 2021

ANGELITA. espera íntima (en progreso)

 En una calle oscura, en medio de las fiestas del solsticio de verano, el día 24 de junio, en Barcelona, el teniente Carratalá lee en silencio esta carta de su compañero de piso Héctor Cervera.


Querida Angelita, he bebido mucho, así puedo escribirte esta carta. 

Luego me haré algo más fuerte para serlo, para ser fuerte.

Nada se me ha perdido en esta ciudad. Barcelona. Este piso de mierda compartido con otros dos compañeros del cuerpo. Estas putas fiestas en barri de Gracia que no tienen para mi ni una pizca. Este barrio oscuro, sucio, y sin embargo alegre. 

Yo no lo estoy. 

Ahora mi compañera es mi arma reglamentaria. Atrás quedó el amor. Mi preciosa Angelita. Cómo me gustaría volver a la escuela de magisterio, al lugar donde te conocí. Volver al pasado donde  fui feliz, donde fuimos felices. Donde todo era perfecto. Ahora no queda nada. Ya no puedo más. Mis lágrimas me ahogan como una soga de cristal líquido en mi cuello, tensada por la gravedad de mi cuerpo helado, tampoco lo haré así. 

Esta carta es para ti, Angelita. Perdí la cabeza, lo sé. Yo, ese chico alto, de pelo rizado, simpático, alegre, vivo por todos los costados, y más vivo contigo, con mi amor , mi amor dulce, mi amor eterno, mi amor perfecto, mi amor sin igual, mi amor eres tu Angelita. 

Recuerdas cuando nos escondíamos detrás del oratorio, era de tarde, los autobuses iban ya a salir  de la plaza de docentes de la universidad laboral de Cheste y yo te pedía que te quedaras conmigo. Y te escondía en los dormitorios y les pedía a mis compañeros de cuarto que se fueran a compartir litera a las habitaciones que habían dejado libres los almerienses para amarnos furtivamente. 

Simpáticos los internos de Almería. Los internacos. Yo también era un internaco. Tu la mediopensionista. Siempre contando lo del indálo, con ese acento tan gracioso, como si fuera la hostia aquel símbolo que hacía que nos descojonáramos mientras nos fumábamos un dos papeles mirando ese monigote. Qué tiempos más bonitos. Para ir a cenar a los comedores yo  te disfrazaba de chico, te acuerdas Angelita, que risas. Por las noches de los fines de semana solo quedabamos los tíos y tu te hacías pasar por Mirabete. Después de comernos aquel hervido asqueroso nos bajabamos a la cafetería y nos pedíamos una hamburguesa con mucho ketchup. Te encantaba el ketchup. Mi vida eras tu y tu me querías. Me querías mucho. Yo te adoraba. Me escribías cartitas. Me las daba  la Soriano Vazquez que era tu amiga amiguísima de la muerte. La que te presentó a Nacher. No la culpo de todo lo que pasó. Era de esperar que todo no fuera de color rosa, un idilio perfecto. Era de esperar que  pudiera pasar. Que te enamoraras de un malote. Los deportistas no somos tan guays como los malotes. Ellos saben cómo tratar a una mujer. Nunca supe cómo lo hacían. Tenían  coche, pasta, simpáticos, eran de esa gente que no le tiene miedo a nada. Arriesgados. Nacher era así y a mi me daba miedo como te miraba. Cómo te adulaba. Cómo te invitaba a porros que él mismo vendía. No se como pude colaborar con el fin. Nuestro fin. Jugando los dos en el mismo equipo de futbito. Después de los partidos le contaba lo especial que eras, presumía de lo bien que lo pasabamos juntos, de lo enamorados que estábamos el uno del otro, de lo guay que eras, de lo guapa que eras, de lo buena que estabas, qué cojones, así era, así lo sentía yo y así se lo contaba.

 Eras la mujer de mi vida. Esperaba casarme contigo. Esperaba tener hijos, muchos y hacernos viejos juntos, y vivir en el pueblo, y yo ya no jugaría al fútbol, sería el entrenador de la Unión Deportiva y nuestro hijo sería un gran goleador y se haría uno de los grandes de primera. Te acuerdas que te lo decía. 

Los dos nos hicimos maestros. Los dos sacamos la nota máxima, diez en todo, para obtener la plaza directa. Éramos unos cracks. 

Y ahora mira, sabes por qué llevo esta puta gorra de plato, esta placa y estoy aquí en el barri de Gracia. Yo tampoco lo sé. El barri de desgracia va a llamarse ahora, la mía, porque cuando leas esta carta que te habrá entregado Carratalá, mi teniente, ya todo habrá pasado. Ya no tendrás que preocuparte más por mi. Todo estará equilibrado. No te sentirás culpable por haberme dejado por Nacher. Ni yo me sentiré el imbécil que te entregó en bandeja de plata sobre  sus brazos. En el fondo es un tío muy guay. Mi amigo. Un listo. Un cabrón por haberme robado a mi Angelita. 

Se está haciendo tarde. Ahora se oyen ya muchas voces y empieza la verbena. Me asomo a la ventana y eres la chica de ayer. Nos encantaba la canción de Nacha Pop. Ahora la estoy tarareando. Tu te sabías la letra y yo no. Yo me la inventaba y tu te descojonabas. Te acuerdas. Yo te quería con todo mi tiempo, je,je esta es de Nino Bravo. Es la de María. Pero no la que nos fumábamos. Ahora ya no hay espera en mi corazón. Es desesperación. Es otro tipo de espera. Es ausencia de ella. Es cuando no hay futuro dentro. Es el final. Te quiero Angelita. Siempre te querré. Espero, es lo único que espero, que me perdones por lo que estoy a punto de hacer. Pero será toda una liberación. No causará ningún alboroto. Lo tengo muy pensado. A las 12 de la noche. Son los fuegos aquí sabes. Les gusta mucho el fuego como a los valencianos aunque no tienen ni puta idea de hacer un buen castillo y lo saben. Hacen otros mucho mejor, los castillos sabes, los de personas, hacen torres humanas, hasta de cuatro y cinco pisos, unas veces se caen y otras no. Yo voy a caer esta noche. Esta terrible noche de San Juan, en esta mierda de habitación, en este piso de mierda compartido con dos putos polis. Dos putos polis como yo. Yo que siempre había ido de anarquista, de extrema izquierda y así he terminado. Cuando me dijiste que te ibas con Nacher se me cayó el mundo. Mi torre se derrumbó, mi vida se hizo añicos. Tenía que marcharme, cambiar, intentar ser otro, girar todos los grados, pegar un volantazo a ese timón roto, sacarme las oposiciones de mozo de escuadra de la ciudad condal, vaya mierda, una mierda facil, pero esa mierda era la que mejor iba con una persona hecha mierda y lo hice sin dudar, sin pensar, sin esfuerzo, sin ganas, sin esperanza, sin ti.

Ya se acerca la hora. La he revisado y está bien engrasada y limpia. Mis compañeros están de fiesta así que estoy solo. Hoy no me haré ningún canuto. He conseguido un poco de brown sugar, como la de los Rollings, tu les llamabas los Stones, te acuerdas Angelita. Mi canción favorita era Angie, en tu honor claro, ...Angie, Angie, te la copio para que te acuerdes

Angie, Angie

When will those clouds all disappear?

Angie, Angie

Where will it lead us from here?

With no lovin' in our souls

And no money in our coats

You can't say we're satisfied

Angie, Angie

You can't say we never tried


Nos la dedicó el guaperas en clase como proyecto para el profe de ingles, el cabrón siempre suspendía pero cantando esa canción le pusieron un diez y luego lo celebramos en la cafeta con unas litronas, cuando iba ya muy ciego nos tocó a la guitarra satisfaction, y brown sugar. Hoy me despediré haciendome un chino de brown sugar. Supongo que no hace falta que te diga lo que es. Por la ventana veo el resplandor del fuego, de las llamas que consumen los malos pensamientos, les fogueres les llaman aquí. Todos están bebiendo vino de gratis, sabes, han puesto una fuente en la plaza y mana tintorro, como si fuera la sangre de una herida que no cesa, que no coagula. La vida eran cuatro días pero a mi me han tocado dos solo, pero qué dos más esplendidos a tu lado. Ya no me hacen falta los otros dos. Si puedes te quedas con los míos y a ver si tu vives seis. No te apenes por esto y no enseñes a nadie esta carta, sólo la conoceremos tu y yo. Seguro que en mi pueblo lo entenderan. Ya nadie se explicaba qué coño hacía yo en Barcelona de policía local así que esto completará la empanada mental que llevan. Ya va el castillo. Y a mi solo me queda apretar el gatillo, como en Bohemian Rhapsody, I killed a man , put a gun against his head, solo que ahora ese man soy yo y la head es la mía. 

Adios Angelita. 

Te quiero.


Hector 




Es casi media noche, el teniente Carratalá ha entrado en la habitación justo a tiempo, desarma primeramente a su compañero de piso, lo esposa y le comunica que queda arrestado, le confisca el arma y se lo lleva al servicio de siquiatría del cuartel general de los mossos de escuadra  de la ciudad condal.


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