Aúllan ahí afuera los perros con sarna, aúllan de frío
y de lástima. La pobreza tiene las calles de tierra, los zapatos rotos, las
paredes roídas por la humedad y las cucarachas.
La pobreza tiene hambre, tiene sed de agua potable,
tiene callos en los pies y en el hígado, tiene tabaco, hormigas hurgando sus
quemaduras, tiene en su vientre frascos con sapos y cabellos, cruces rezadas
con malos deseos.
La pobreza es una escalera que solo va hacia abajo, es
la vergüenza en el estómago vacío, la víscera de la violencia. La pobreza tiene
los ojos vidriosos por el vino, tiene várices en las piernas y granos con pus
en la espalda, tiene cortinas en vez de puertas, tiene sábanas húmedas y
malolientes sobre las que se revuelca, pero no duerme.
La pobreza tiene la voz de un terreno baldío, la
música de los gatos que denuncian su maltrato, suena como los gritos de las
cabras que mueren a la hora de la siesta. Su aliento huele a carbón y por su
boca las chispas salen volando como luciérnagas.
I
Entré a la panadería y pedí todo lo que tenían en el
mostrador. Estaba decidida a provocarme una sobredosis de carbohidratos.
Eso fue lo único que pudiste compartir conmigo mamá,
las pastillas y la comida. Somos una canción oscura de Los Redonditos de Ricota.
Guisos y arroz con pollo, culpa y azafrán. Ñoquis para
mi cumpleaños, aunque fuera en pleno verano, total siempre llueve en diciembre.
A estos ayeres salvajes no les queda más remedio que
una boloñesa, a la violencia de la sangre no la consuela otra cosa más que los
bocaditos de ceso y espinaca, esos que ya no te acordás cómo hacer porque no te
dan el cariño y la memoria para tapar tantas cicatrices que dejás.
Entiendo mamá, entiendo que tu vida fue un camino
empedrado sin cuidado, que la pobreza del norte no se te fue de la sangre y el
hambre te sigue haciendo crujir las tripas, lo que no entiendo es que sigas
creyendo en Dios.
Omeprazol y alprazolam, "gastrial 150 de 10
comprimidos". Fluoxetina y nubaina. Nubaina y una caja de puré de tomate y
queso rallado, nubaina y centro de entraña que es más barato. Mamá no nos
heredes la culpa, que nos pesan ya la sarna de los perros y los caminos de
ripio.
Se murió de Niña la tía vieja, se la llevó la
pandemia. Se murió después de tanta amenaza Susana, se murió embarazada
Margarita, que tanto se parecía a la Abuela Matilde, que también se murió y
quedó condenada a ser un segundo nombre, se murió “La Valle”, y con ella la
inocencia de la regla de tres simple. Se murió el abuelo con sus 10 dedos. Se
murió mi padre, aunque sus nombres sigan rondando.
Vos decís que soy un canal, ¿un canal de paso para qué
quimeras? No soy un canal madre, soy un lamentable conglomerado de sangre y
arterias con trombofilia genética y arritmias, intentando siempre bajar de
peso.
Madre te escribo esta carta porque no quiero que de lo
único que podamos hablar sea de médicos y estreñimiento. Madre quiero que me
cuides la historia y no los intestinos, quiero que apagues el incendio.
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