viernes, 12 de febrero de 2021

Proyecto intimidad

 

Aúllan ahí afuera los perros con sarna, aúllan de frío y de lástima. La pobreza tiene las calles de tierra, los zapatos rotos, las paredes roídas por la humedad y las cucarachas.

La pobreza tiene hambre, tiene sed de agua potable, tiene callos en los pies y en el hígado, tiene tabaco, hormigas hurgando sus quemaduras, tiene en su vientre frascos con sapos y cabellos, cruces rezadas con malos deseos.

La pobreza es una escalera que solo va hacia abajo, es la vergüenza en el estómago vacío, la víscera de la violencia. La pobreza tiene los ojos vidriosos por el vino, tiene várices en las piernas y granos con pus en la espalda, tiene cortinas en vez de puertas, tiene sábanas húmedas y malolientes sobre las que se revuelca, pero no duerme.

La pobreza tiene la voz de un terreno baldío, la música de los gatos que denuncian su maltrato, suena como los gritos de las cabras que mueren a la hora de la siesta. Su aliento huele a carbón y por su boca las chispas salen volando como luciérnagas.

 

I

 

Entré a la panadería y pedí todo lo que tenían en el mostrador. Estaba decidida a provocarme una sobredosis de carbohidratos.

Eso fue lo único que pudiste compartir conmigo mamá, las pastillas y la comida. Somos una canción oscura de Los Redonditos de Ricota.

Guisos y arroz con pollo, culpa y azafrán. Ñoquis para mi cumpleaños, aunque fuera en pleno verano, total siempre llueve en diciembre.

A estos ayeres salvajes no les queda más remedio que una boloñesa, a la violencia de la sangre no la consuela otra cosa más que los bocaditos de ceso y espinaca, esos que ya no te acordás cómo hacer porque no te dan el cariño y la memoria para tapar tantas cicatrices que dejás.

Entiendo mamá, entiendo que tu vida fue un camino empedrado sin cuidado, que la pobreza del norte no se te fue de la sangre y el hambre te sigue haciendo crujir las tripas, lo que no entiendo es que sigas creyendo en Dios.

Omeprazol y alprazolam, "gastrial 150 de 10 comprimidos". Fluoxetina y nubaina. Nubaina y una caja de puré de tomate y queso rallado, nubaina y centro de entraña que es más barato. Mamá no nos heredes la culpa, que nos pesan ya la sarna de los perros y los caminos de ripio.

Se murió de Niña la tía vieja, se la llevó la pandemia. Se murió después de tanta amenaza Susana, se murió embarazada Margarita, que tanto se parecía a la Abuela Matilde, que también se murió y quedó condenada a ser un segundo nombre, se murió “La Valle”, y con ella la inocencia de la regla de tres simple. Se murió el abuelo con sus 10 dedos. Se murió mi padre, aunque sus nombres sigan rondando.

Vos decís que soy un canal, ¿un canal de paso para qué quimeras? No soy un canal madre, soy un lamentable conglomerado de sangre y arterias con trombofilia genética y arritmias, intentando siempre bajar de peso.

Madre te escribo esta carta porque no quiero que de lo único que podamos hablar sea de médicos y estreñimiento. Madre quiero que me cuides la historia y no los intestinos, quiero que apagues el incendio.

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