Mi padre
tenía 61 años (Estructura para relato con ESPERA)
PRELUDIO
[Aclaración: es una continuación, con cierre, del relato “Mi
padre tenía mala suerte”. Lo usaría en parte y editado para que la situación del
hijo y su relación con el padre que agoniza sea comprensible]
a) De estructura: reproduzco la última estrofa de “E lucevan l’stelle”, el aria final de
Tosca de Puccini, la que canta Mario Cavaradozzi antes de ser fusilado.
b) El padre tiene un enfisema pulmonar con
aneurisma de aorta. Todo mal, fumador empedernido, un solo pulmón. Quedó internado
en la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Montevideo hace 4 días. Está solo
en ese cuarto, el otro paciente se fue
hace un día. El protagonista lo acompaña desde hace una hora mientras la mujer
del moribundo, su madre, no irá hasta la tarde.
c) De estructura: Inserto una anécdota de una
semana anterior a la internación [cuando pide que lo dejen conducir su
camioneta pickup]
d) De estructura: Inserto además una breve
referencia de la hermana (ausente) del protagonista, datos que no están en “Mi
padre…” pero que serán fundamentales para entender la vuelta de tuerca final
[el XXXXX].
LA ESPERA
[Considero que aquí está la espina dorsal de la historia. Quizá sea en 2da persona -le habla en voz alta- o como una conversación telefónica de la que se oye a una sola parte]
a) a) Es temprano en la mañana de un jueves, el
protagonista decide tomar un café con medialunas en el hospital antes de ir a
acompañar a su padre. No lleva ningún libro, decide comprar el periódico para
entretenerse mientras lo acompaña. Se sienta en la cama vecina que está libre.
Empieza a recorrer el periódico. Llega el médico, es joven, de unos 35 años,
apenas unos pocos más que él. Le dice que esté preparado pues su padre está
cerca de colapsar, sucederá en pocas horas, quizá no llegue ni a una. Al
retirarse el médico el protagonista deja el periódico, ahí comienza LA ESPERA. Mira
a su semiconsciente padre, repasa en un flashback a alta velocidad los 33 años de
su vida reflejados ahora en ese moribundo. Le habla, el padre parece que
escuchara suspirando y abriendo los ojos, llega a mover los labios pero no dice
nada [aquí va parte de su visión de lo que le ha tocado vivir como se insinúa
en el texto de “Mi padre…” pero con más detalles del protagonista: hechos y
suposiciones, detalles y nebulosas, incógnitas y certezas, reproches y
agradecimientos] Revisa su conciencia, se pregunta por qué tienen ese rechazo
mutuo; al fin y al cabo, el protagonista no le ha fallado ni traicionado nunca.
Mira a la vida de su padre: frustración tras frustración, sueños inalcanzables,
mucha bebida, poco hogar, mucho cigarrillo, ningún ejercicio, cero amor -o no-
no sabe, cero comunicación –seguro- y siempre.
b) b) Momentos finales de la agonía: aparenta una
lucidez momentánea. Al protagonista le viene a la memoria el aria favorita de
su padre (“E lucevan …”). Le recuerda
al padre que cuando trataba de cantar, y tanto su mujer como su hija (madre y
hermana del protagonista) lo callaban por no hacerlo con entonación perfecta (ellas
tienen oído absoluto y perfecto y, no sólo el oído). Gustaba de la zarzuela, era
fan de Caruso y Gardel pero sólo cantaba si no lo oía nadie. La inquisición
tonal no perdonaba.
a)
El protagonista ve que su padre se agita violentamente,
intuye que es el final. Le toma la mano. Unos minutos después su padre se
incorpora y con los ojos muy abiertos habla con claridad, dice: “XXXXX” y expira. Exactamente lo que el protagonista no quería oír.
REFLEXIÓN
a)
Aquí está el fin de LA ESPERA. Nada ha cambiado,
piensa que ni al expirar, ni siquiera en el último atisbo de vida, llegó la
redención que esperó de su padre. Hasta se habría conformado con un simple reconocimiento de su existencia. Entonces dice:
ACLARACIÓN MUY MUY
MUY IMPORTANTE:
Los conceptos que incluyo en este esquema de relato
empezaron como un ejercicio propio y aislado allá sobre mediados del 2019. Quedaron
inconclusos y sin revisar, lo llamé entonces “Un viaje por la vida”. En febrero de este año empecé con otro relato
relacionado, se llama “Mi padre tenía 61
años” (lo uso parcialmente para este proyecto). Más tarde, cuando no
encontraba nada que considerara de cierta solidez para el concurso de
Fuentetaja del taller anterior, desarrollé una parte de “Un viaje…” como para armar el relato de “Mi padre…”. Ahora resucito,
con cambios y ampliaciones, aquel otro de febrero de este año. No sé si ha sido
reciclaje o refrito; lo primero bueno, lo segundo no.
Resulta muy cercano a ciertas situaciones de “Dicen los síntomas” de nuestra querida
Bárbara. Aprovecho para reafirmarle a esta amiga y brillante escritora que
puede quedarse tranquila, no reclamaré
por el “plagio”... Eso sí, discrepo con lo que le adjudica al padre de la protagonista de la novela cuando
sostenía: “…Puccini hacía música para
niños”. Esto, en boca de un aficionado a la ópera, por más insufrible que
sea esa persona, es inverosímil …
¡Sin humor no se puede vivir!
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