Situación/presentación:
Un hombre está sentado en un
banco de una estación de metro. Aparentemente quieto, estático. De aspecto
lánguido, cansado, con ojos grises y perdidos, e inmerso en sí mismo. La estación está
vacía, en silencio, a pesar de los ruidos provenientes del subsuelo. Un temblor
que agita la tierra anuncia la llegada de dos metros que inundan la estancia
como un ola sobre las rocas. Los trenes parten, casi simultáneos, hacia su
próximo destino. El ruido metálico y estridente de las ruedas del tren devora y arroja almas a voluntad y sin discreción. Hay quienes
prefieren las escaleras de toda la vida, nunca viene mal ejercitar un poco
los músculos para despertarse por fin, otros prefieren mantener ese letargo el
máximo tiempo posible y escogen subir por las mecánicas, son aquellos que
esperan que el propio camino les guie hacia su destino. Unos suben, otros
bajan, unos duermen en vida, otros nunca han dormido, algunos hablan con sus
compañeros de viaje, otros esquivan hábiles conversaciones cotidianas sobre el
mal tiempo que lleva haciendo durante días, o si este año el valencia ganará la
liga. Pero todos, de alguna manera u otra, todos esperan.
Personaje:
La estancia volvió a quedar
prácticamente vacía, el tiempo se llevó toda alma hacia sus adentros, como
acostumbra hacer. Menos aquel hombre del banco, que seguía en la misma
posición, con la misma mirada, todavía perdida. Lucía inerte, inmóvil, como una
estatua griega, quizá en cierta forma, había alcanzado la inmortalidad. Tras
varios intentos fallidos del mundo por devolverle a la vida con su aliento, el
hombre comienza a razonar. Su vente es oscura y difusa, al igual que las gentes
del andén, sus pensamientos van y vienen por doquier sin detenerse en nada
concreto. Pero como si de una gárgola se tratara, aquel hombre poco a poco liberaba a su corazón de la piedra. Despertaba poco a poco de aquel ensueño en el que
estaba, su memoria que estaba fundida en la roca, se liberaba de su prisión. El
calor que lo había devuelto al reino de los vivos no era otro que la esperanza
de reencontrarse con su amor perdido.
Conflicto:
Utilizaré varios flashbacks para
explicar el pasado del personaje y la relación con su amor. Es una relación
ordinaria, típica, propia, la que todos hemos tenido alguna vez, o la que hemos
deseado tener. El protagonista está sumergido en esta situación de estabilidad,
pero sufre un tremendo golpe: Su amada ama a otra persona. (Aún no tengo claro cómo
va a darse el desarrollo del conflicto, es decir, no sé cómo se tomará el
protagonista esta noticia, si romperá la relación, si ella aún sigue amándole y/o mantienen una relación abierta, ni idea.) El asunto es que el protagonista
cuenta una historia de amor que se ha visto dañada, y él pretende enmendarla.
Lo que él y el lector desconocen, es que
esto ya sucedió hace 40 años, aquel hombre lleva esperando cada día la llegada
de su amada, aquel hombre lleva 10 años congelado en el tiempo debido al Alzheimer que padece,
y cada día, el tiempo le devuelve a su amor, que baja del tren para llevarlo a
casa.
Notas: La mujer que baja del tren y lo recoge no tiene por qué ser la mujer de la historia de amor. Podría serlo, pero también podría ser su hija, u otra mujer que conoció posteriormente.
Los flashbacks van a ir intercalados por descripciones y acciones en el andén, que intercalarán y se mezclarán con la historia de amor de manera simbólica.
La idea es explicar que todo el mundo espera, da igual que lo haga consciente o inconscientemente, da igual que lo haga de manera literal, como hace el protagonista, o que queme el tiempo de espera con algún entretenimiento. Lo importante del protagonista es que ha convertido su espera, en algo tanto psicológico como físico. Ha derrotado al mismo tiempo, a la vida misma, pues ha superado la cadena de causalidad que rige el mundo, y por tanto, de cierta manera, se ha hecho inmortal.
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