lunes, 26 de octubre de 2020

Un as bajo la manga.


A Fred le gustaba fumar, beber y follar. Por suerte para él, esas tres cosas suelen ir de la mano cuando la noche reina en el cielo, ‹‹y hoy, hoy es viernes por la noche.››

 La odisea empezó como de costumbre, en el bar la luciérnaga. Fred carburaba motores en la barra del bar, sujetando un whisky en la mano izquierda, que le servía como contrapeso del Marlboro en su derecha. Eran las doce y media, cuando por la puerta, entró una mujer morena de escote pronunciado. Vestía el rojo, a juego con los labios. Unos labios carnosos que llevaban sellados todas las pasiones que Fred deseaba en el mundo. Éste, al verla llegar, dio una larga calada a su cigarrillo, iluminándose una llama que había nacido en sus ojos. El ruido de los tacones atrajo toda la atención del local. Daba la sensación de que aquellos pasos, de bombo grave, se convertían en música marcial, la cual, aprovechó aquella mujer para recogerse el pelo hacía un lado, mostrando su espalda desnuda, mientras liberaba un perfume de lilas y grosellas que conquistó el ancho del salón. Fred movido por el aroma, se acercó a ella y la invitó a un cigarrillo.

—Muchas gracias, aunque podrías haberme invitado a una copa -dijo la mujer.

—La invitaría señorita, pero es un poco pronto, todavía no nos conocemos  —le contestó Fred.

La mujer sonrió cálidamente, y Fred le devolvió la sonrisa con los ojos.

—¿Qué haces aquí? ¿Esperas a alguien? —le preguntó ella.

—Te estaba esperando a ti.

—¿A mí? —dijo apoyándose una mano en el escote y fingiendo asombro.

—A ti, o a alguien como tú. Vengo buscando... una aventura, o algo de diversión, y yo creo que tú tienes lo que busco —dijo Fred desnudándola con la mirada.

  —No te equivocas —le respondió ella—. Soy Rebeca.

  —Yo Federico, pero llámame Fred —le dijo sonriendo.

  —Bien, Fred —dijo exhalando el humo del cigarrillo—. Sé de un sitio que puede complacerte. —Rebeca deslizó una nota con una dirección apuntada hasta su lado de la barra.—  Allí te veo.

Fred bajó de su Seat Ibiza exprimiendo su cigarrillo mientras imaginaba a Rebeca en el marco de la puerta esperándole. Se debatía entre si prefería encontrarla desnuda o con el sugerente vestido rojo, cuando la puerta se abrió y en lugar de Rebeca, apareció un hombre gordo, de unos doscientos kilos y cara de orangután.

  —Tú no eres Rebeca —dijo Fred.

  —No. Soy su hermana gemela —contestó guiñándole un ojo.

  Antes de poder preguntar dónde estaba, Fred vislumbro una mesa adornada con un tapete verde y dos caras todavía más horribles que la del portero.

—Genial, pues ya estamos todos. Os presento a Fred —dijo Rebeca señalándole con la nariz—. Fred, estos son Pelé y Melé. Jugaremos los cuatro.

El primer pensamiento de Fred fue escapar de aquella habitación, pero su instinto chulesco y dominante le fundió a aquella silla. Aunque Fred no se acobardaba fácilmente, pidió su segundo whisky y se encendió su enésimo cigarrillo. Hundió los codos en la mesa y la mirada en los pechos de rebeca. La partida transcurrió como cabría esperar, Fred y Rebeca desplumaron a los otros contrincantes.

Fred iba por el cuarto whisky. Apostaba fuerte, y mentía como un perro. Ronda tras ronda, whisky tras whisky, Fred perdió su dinero, para después perder su coche y por último, su identidad.

—¿Por qué estás tan serio cariño? ¿No es lo que buscabas? Ha sido una gran noche.

Fred no supo que contestar. Rebeca se sentó sobre él a horcajadas, situándole sus pechos a escasos centímetros.

—¿Listo para otra aventura, mi amor? —le susurró.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A mos redó - Na Jordana (alternativa, hasta con 3 adjetivos, para el ej. Nº12)

  A mos redó - Na Jordana Los veo, ¿me veo?, casi todas las mesas de la terraza ocupadas, son vecinos del barrio, aquí es raro ver turista...