Gracias cariño
Hampton, Connecticut
Es la noche de acción de gracias. Un pavo está sobre la bancada de la inmensa cocina de la casa de los Whitbeck. El pavo está listo para ser horneado. Kevin es el padre. A Kevin le gusta mucho la cerveza y además por nada del mundo perdonaría el partido de fútbol de la NFL que como todos los días de acción de gracias se retransmite para todo el país en abierto. Kevin también es el cocinero. Sus pavos siempre han sido espectaculares. Mantiene una receta secreta de su familia. A Sandra, su mujer, no le importa que Kevin cocine. Le encanta que en este señalado día sea él quien ejerza de jefe y ella de pinche. Últimos 45 minutos de cocción. Kevin le dice a Sandra que baje la temperatura del horno a 175 grados y que quite el grill.
–Ahora voy cariño–Sandra asiente y dice que ahora va.
–has bajado el horno?–Kevin insiste.
Sandra dice que sí, que ahora enseguida, que en este momento está poniendo el gravy en las salsera y que en un minuto lo hará. Sandra no lo hace. Kevin grita la consecución de un tanto de su equipo. Kevin se bebe su quinta cerveza. Sandra se pone a hablar con su padre y se olvida completamente del ave que sigue cambiando de color dentro del horno. Sale humo. Huele a chamuscado. El partido cobra emoción. Kevin bebe su sexta cerveza. Sandra discute con su madre. Sandra está nerviosa. Kevin pregunta por el pavo. El pavo está completamente negro. Carbonizado. Sandra grita. Kevin grita. Se insultan. Se echan la culpa. El pavo huele fatal. La casa se llena de humo y huele a incendio. Se insultan, más. Se siguen echando la culpa. El equipo contrario marca un gol. Kevin se enfurece más. Sandra apaga la tele. Kevin la enciende. Sandra le tira una cerveza a la cara. Kevin dice:– “me voy”. Sandra dice:– “lárgate”. Se escucha un portazo. Sandra llora. Kevin estrella el coche contra un árbol del jardín del vecino.
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