sábado, 28 de noviembre de 2020

Escena de sexo en 2057 (bis fuera de programa: ejercicio Nº3)

Escena de sexo en 2057

Hace muchos años que llevamos los EECA (Embedded Electronic Communications Assistant), están implantados en nuestros cuerpos. Estos dispositivos subcutáneos nos conectan con la Central AI (Central Artificial Intelligence). Es un banco de mega-macro-híper data que no sólo guarda la información de cada habitante, tiene archivado, asimismo, todo el conocimiento científico del mundo. No hace mucho los EECA comenzaron a operar en nanobandas, el protocolo 9G. Esto es una verdadera revolución.

Yo soy afortunada, ya tengo insertado el nuevo dispositivo. Dispone de una tecnología donde la Central AI puede interactuar con mi sistema nervioso y así comunicarse directamente al cerebro. Modifica las respuestas del organismo ante enfermedades, es algo maravilloso. Virus y bacterias se combaten con órdenes neurológicas desde los EECA 9G; establecen la correcta reacción de elementos naturales de protección del organismo como células T, leucocitos y demás. Por otro lado, al interactuar con el sistema nervioso, puede producir efectos y sensaciones en el individuo sin necesidad de estímulos externos. Ha resultado un generador de negocios muy importante para las empresas proveedoras del servicio; a los usuarios del EECA 9G les ofrecen adquirir programas de placer que les aportarán sensaciones como las que producen sus cerebros al disparar neurotransmisores. Pronto se desmantelará la red de distribución de estupefacientes del Estado, el operador 9G de cada región podrá proporcionar a los usuarios, por un costo moderado, los mismos efectos de las drogas. Mantener el control será más fácil; el ciudadano consumirá tranquilo, las empresas de apps de placer lo tienen claro: “un usuario inutilizado no genera caja”. Les cuento todo esto para que entiendan mi experiencia sexual clásica con un chico que me atrae mucho.

Se trata de Justin (desde que se ha establecido el inglés como lengua vehicular global los nombres anglófilos son muy populares). Quedamos en salir, compré una app que se llama HPS (Have Perfect Sex), permite tener orgasmos controlados: el EECA envía impulsos al sistema nervioso para que se produzcan en el momento justo. Me gusta que Justin esté aún en 8G, no podrá recibir instrucciones neurológicas para disparar su sensación de placer; dependerá mucho de lo que yo haga. Debido al uso que hago del HPS podremos lograr orgasmos analógicos juntos.  

Siempre hemos querido hacer el amor a dos. Él es algo old fashioned, tradicionalista, no acude mucho a los centros de SSF (Solo Self Pleasure) o los muy populares SSWR (Safe Sex With Robots). Estamos deseando probar los métodos analógicos, aquellos que se practican desde la prehistoria. He comprado la opción de recibir música sincronizada al acto sexual. Elegí en la lista de antiques: llegaré con la culminación del último movimiento de la segunda sinfonía de Brahms, un compositor del siglo XIX que está recomendado con 4,1 estrellas.

Intimo ahora con Justin, tiene un cuerpo perfecto. Sus padres se hicieron estudios en AI Genetics para seleccionar los genes ideales antes de concebirlo. No resultó una opción económica, pero engendraron un chico robusto y bien parecido. Justin, como todos los de su edad, ha asistido a sesiones de sexo SSP y SSWR; fueron pocas y sin fanatismo. Tiene una gran curiosidad, quiere experimentar cómo sería tener sexo a dos, lo se acostumbraba en el pasado.

Estamos en uno de los love dens (cuevas de amor) de la ciudad, no hay muchos. Nos presentamos a la hora prevista, no hay personal, cámaras biométricas ocultas toman nuestros datos, también nos debitan los costos. La habitación es grande y simple, no tiene casi muebles. La decoración se debe seleccionar de un catálogo de escenarios virtuales (está incluido en el precio). Elegí el de las islas del archipiélago San Andrés en el Caribe. Allí residen aborígenes que aún usan 6G y no tienen EECA; perfecto para nuestro experimento sexual analógico.

Justin pidió al robot del room service un cocktail sintético (viene con alcohol auténtico): es el “Flowers of Desire” (tiene 5 estrellas), contiene pleasure enhancers, elementos químicos para mejorar la experiencia sexual. Yo me ordené la sensación de un negroni (3,5 estrellas) desde la pestaña de “Flavours of the Past”. Hay una gran diferencia entre nosotros: Justin, al usar todavía 8G, debe beberlo para gozar el efecto del Flowers of Desire. Yo, en cambio, puedo lograr lo mismo del negroni con sólo pagar el adicional en la app; mi EECA 9G reproduce neuralmente la sensación del cocktail sin necesidad de beberlo. Un gran avance que fomenta la democratización del placer en la población global. Cualquiera puede acceder a ello mientras tenga un EECA 9G y saldo para debitarlo, cuesta una fracción de la versión en líquido.

En todos los love dens hay reproductores holográficos láser, multiplican nuestros cuerpos en imágenes 3D tomadas desde los más diversos ángulos. En un extremo de la escenografía virtual hay una ventana con películas de porno vintage de los 20 y 30. Nos reímos mucho con esas torpes pretensiones de éxtasis de los protagonistas. Era la época del 5G y del 6G, mucho antes de que se implantaran los EECA.

Propuse a Justin olvidar nuestras experiencias con los SSF y SSWR. Seguimos los comportamientos de la gente que vivía sin EECA, como los de las películas de porno vintage de la escenografía. Nos resulta emocionante, practicamos lo que vemos en esas imágenes: el juego sexual previo. Es muy excitante, eso no se da en los SSWR. Elegí recibir música sincronizada para esta etapa: el andante de la séptima sinfonía de Beethoven (3.6 estrellas), un extra que bajé de antiques. Creo que está mejor que 3.6, quizá 4.5, pero no llego a 5 porque es un poco larga. Resulta muy adecuada, no culmina con un final apoteósico, lo hace suavemente. Justin está encantado, yo lo guio de acuerdo a mi intuición y lo que tenía estudiado. Me pide más y más juego sexual, veo que se regocija con los hologramas de nosotros dos en tiempo real. Cuando recibo el comienzo del allegro final de la segunda de Brahms sé que es el momento de ir a por todo, así llegaremos juntos al éxtasis. Logro trasladar la música que siento (literalmente) a sonido amplificado, llena la habitación (es un extra muy económico). Justin puede acompañarme en el mismo tren de placer. No quiero que se apresure, la app que compré incluye controladores de emoción, mi orgasmo coincidirá con los acordes finales del allegro. Me maravillo de poder ir llevando a Justin hasta su clímax a mi ritmo. Llegamos a éxtasis simultáneos, nos abrazamos fuertemente. Logramos una perfecta comunión, ha sido la conjunción de la magia del sexo analógico y el sistema 9G que hace que nuestras vidas sean tan disfrutables.

Estoy encantada con esta app, le daré 5 estrellas, agregaré una entusiasta recomendación para los extras de música antique sincronizada. Pondré como título: “HPS: la app perfecta para las usuarias 9G que deseen experimentar sexo analógico”.

Valencia, 24 de noviembre de 2020.


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