El relato comienza con un hombre que pasea por una muralla al atardecer. Describe la ciudad que tiene a sus pies. No solo lo que ve, sino como era antes. Ahora es una ciudad decadente, medio destruida, abandonada a su suerte, pero por sus palabras descubrimos que no siempre fue así, que anteriormente era espléndida, grande y poderosa. Finalmente, nos damos cuenta de que está hablando de Roma y que esta sitiada, con su población muriéndose de hambre y al borde de la destrucción.
(Aquí había pensado que hablara de la ciudad como de un ser vivo, que pertenecía a los antiguos dioses, a un tiempo que ya no existe y que, conforme lo narra, probablemente nunca existió)
Durante el hilo de sus pensamientos, el protagonista se resiente de una vieja lesión que lo ha dejado impedido convirtiéndole a ojos del ejército, sus vecinos y amigos en un inútil. Pero, sin embargo, está realizando una guardia. Eso nos tiene que hacer ver lo desesperado de la situación. Probablemente cuente, de forma muy resumida, la historia de cómo se quedó lisiado hace unos años defendiendo Roma contra los mismos que hoy la asedian.
Ya ha oscurecido y pasa a observar las miles de hogueras que rodean la ciudad. Deja claro que al día siguiente atacarán y saquearán Roma por primera vez en 700 años. No hay nada que hacer, apenas quedan soldados en ella, incluso con los civiles que se han unido a la defensa, ni siquiera pueden defender todas las murallas. Si atacan estarán perdidos. Ahí reflexiona y pone en antecedentes al lector sobre cómo se ha llegado a esa situación, consecuencia de las nefastas decisiones del emperador que ha traicionado tanto a romanos como a bárbaros. Se siente abandonado. Él y todos los ciudadanos son una muñeca rota en manos del niño mimado que es el emperador.
Piensa en desertar, volver con su familia, pues ha logrado esconderla en un lugar relativamente seguro, pero eso significaría rendir Roma. No solo la ciudad, sino la propia idea de la civilización. Cree que si solo fuera por eso huiría, sería un cobarde, pero cumpliría la promesa que le había hecho a su esposa de volver si las cosas se ponían mal. Pero, hay algo más, por primera vez en mucho tiempo ha dejado de ser un tullido. Vuelve a ser un soldado romano, si huye estará dando la razón a todos los que lo han insultado y despreciado y puede que viva más tiempo pero tendrá que hacerlo sabiendo que no solo es un cobarde, sino también un inútil.
Amanece, parece que todo está preparado para el asalto y aún no ha podido decidir qué hacer. En el último momento decide regresar, volver con su esposa e hijos pero ya es demasiado tarde. No sé aun cómo o qué pero un evento le impide volver y los enemigos están asaltando las murallas. Solo le queda un camino.
ALEA IACTA EST.
El texto estará ambientado en el saqueo de Roma por los Godos en el 410 DC, y tendrá varias licencias históricas para hacerlo más literario, como el hecho de adelantar el ataque a la mañana en vez de hacerlo por la tarde, la presencia de un miliciano solo haciendo guardia en las murallas o la descripción de la ciudad, trastocada por la visión subjetiva y nostálgica del protagonista.
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