Confieso que (no) he vivido
No lo entendí en el momento. No quise demorar las
presentaciones preguntando. Ignorante una vez más. Escapé con artificio por la tangente: “olvidé que tenía que ser como un perfil de
Tinder”. A casi tres años de estar viviendo en Valencia declaro que estoy lejos
de poder dominar el castellano ibérico.
Así, cuando oía que alguien iba a coger
el autobús me decía: bien, que cada uno haga lo que quiera, pero … ¿follarse el autobús? Luego lo del tráfico, ¿tráfico de qué? Tráfico son drogas, personas, favores, influencias, mercancías; supe que era el
tránsito de vehículos independientemente de lo que traficaran en ellos.
Con Tinder fue lo mismo. Calculé que sería algún tipo de
guardería. Nosotros usamos la palabra Kindergarten, designa el sitio donde van
los niños preescolares. Podía ser una variación de la palabra. Recordé tanatorio; cuando en los primeros días lo leía pensaba
que era un error tipógrafo: sanatorio
con su primera letra cambiada. Luego aprendí que eran casas mortuorias.
La suma de las mascarillas (barbijos en el sur) impidiendo la propagación no solo de "la cosa" sino de las frecuencias
altas de la voz, aquellas que dan intelegibilidad al habla, más mi oído ya algo
beethoveniano, y las distancias establecidas por la pandemia, me incliné por creer que era algún tipo de institución para pequeños. Por eso mencioné el chocolate Kinder que se da a los niños. Entonces mi presentación trató de oponer quién soy, al
concepto de estar en un Tindergarten, fuere lo que fuere. Así me declaré no
apto para asistir a los centros diurnos de mayores dada mi torpeza para jugar
al dominó y prefiriendo asistir al taller avanzado de escritura. Confieso que estos talleres han sido lo más importante de mi vida posmusical
(perdón RAE), muy lejos de una oportunidad para pasar el tiempo. Como manifesté hace un año: "creo tener muchas cosas para decir y
quiero hacerlo, no sólo bien, sino con la mayor eficacia". No estoy aquí por ser mal
jugador de dominó (en verdad soy bastante bueno!)
Ahora sé de Tinder. Si se me permite, haré
mi presentación para nuevos participantes y viejos amigos como un perfil de
Tinder, lo que pidió Bárbara:
“Madurito apetecible (eso cree...) con pancita sexi. Siempre opta por lo distinto y navega contracorriente. Muy
dispuesto a aprender y probar TODO. Habla como si supiera pero, no lo toméis en
serio, es inofensivo. Recomendamos anotarse con tiempo, hay una larga lista de
espera: está limitado a dos por día”.
Mini relato: “Sólo dos por día”:
Nos vemos unos cuatro días por semana. No puedo evitar sus
ojos de mirada ingenua y noble, suplicantes, profundos. Los encuentro desbordados,
inundados por un tinte de oro viejo, insólito y atrayente. Desparrama
sonrisas melancólicas. Yo las recojo todas; no hay desperdicio.
Me pregunta qué quiero. Me pregunta cómo lo quiero. Sabe que
será como siempre. Así de amable es ella. Sabe que sólo puedo llegar a dos por
día. Aprovecha para conversar en estas circunstancias; yo, sin embargo, pronuncio
pocas palabras.
Mi corazón comienza a flojear; siento que se despedaza cada
vez que nos vemos. Mi tensión sube inexorablemente después del segundo. A pesar
de eso me atengo a lo clásico; ella también lo entiende: no me gusta el descafeinado.
Valencia, 7 de octubre de 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario